12.10.08

Esta misma noche, hace el pasado octubre, me retorcía de frío en la sala de un cinépolis de Morelia, premiere del remake de Hasta El Viento Tiene Miedo. Recuerdo todo en estrobo: haber salido mientras el público abucheaba al director, la llamada en que contesté en el baño, el "duérmete temprano". Claro. El resto de la madrugada tuve frío, uno agobiante que turbó mi plan maestro de escaparme. Y me escapé, pero hacia adentro. O hacia atrás que para el caso es lo mismo. El zombie capitán de un barco fantasma enmedio la calle me entregó este artefacto: secreto lo suficientemente poderoso como para seguir siéndolo. Penumbras sucedían otras penumbras, horas pastosas, redondas, resecas. En algún lugar de afuera la felicidad nos buscaba: todas las puertas era iguales. (...) No desperté aquella vez. Le siguieron carcajadas a la puerta cerrada del hotel, en el suelo. Amanecimos con frutas rebanadas, yo con botas, con vestido negro malamente. Recuerdo haber estado en la cima del Morelos de Janitzio viendo el lago, mis firmes intenciones de escurrirme por entre la manga y la mano. Pero era ya un zombie más. (...) Un año exacto. Trescientos y tantos días de luces a través del párpado, mediodías oscuros y noches tan blancas que no me dejaron dormir un sólo minuto. Preguntas que no merecían responderse, preguntas que sí, canciones sin letra, cielos varios y este cuerpo vacío de gusano; nunca intenté ningún remedio. (...) Y hoy extraño todo lo que no viví por quedarme ciclada en esas horas-pasta. Extraño a mi par de Carlos, a mi Beto Insomnio, a Jöse, a César, al Gato Raro, incluso a Eduardo, a la lista de cosas que dejé pendientes con tal de hacerlas, a la fila de nombres que se cansaron de esperarme, a Verónica que no decide morir todavía. A la pista. Al parque y me regaño por los No, por tanta estupidez con que me provoqué dolorosos abortos amorosos. Hoy no quiero regresar a esa mañana con desayuno de pétalos de rosa azucarados, ni al hotel, ni al cine ni a la plaza del infarto; quiero mi vida de vuelta aunque sea en pedazos, en pagos, a la buena o por las malas. Ansío seguir despierta, competir con el tiempo que me anuda la garganta al cerebro. Vivir ahora. Ahora que no recuerdo cómo hacerlo.

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