9.5.07

Hay una niña que trabaja para un hombre que toca el acordeón en un puente. Los transeúntes: tres ancianas sordas y quizás un poco ciegas, por lo cual el acordeón y la niña se vuelven inexistentes. Los transeúntes somos yo y los que iban adelante las que de mí siguen los de mañana las de los días de antes. La niña y el acordeón una y otra vez son y han sido inexistentes y lo serán y parecen serlo tantos que en esta ciudad el nombre de la gente es sólo ese.

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