8.4.09

Mientras yo pedía que por favor siguiera una canción fea querías desayunar, querías hablar mientras la cereza se desprendía de su cabo y entraba en tu boca mediante la mía. Había caballos dibujados, Hörses atronaba desde días atrás y aún; yo interrumpía cada línea y el pegamento era más fuerte. Iba siendo hora de apurarse, las paredes naranjas no son el mejor calmante, la mesera traía té de damiana: juro que mis uñas quemaban más que el líquido caliente. / Salimos por la puerta de atrás, había velas en los balcones, corríamos por calles apagadas urgentes brillantes pequeñas gotas de sudor recién hecho. Corríamos de la mano. De las dos manos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre me asomo a ver el blog pero nunca dejo un comentario o palabra. Pensé que sería pertinente hacerlo, ahora.